martes, 9 de noviembre de 2010

Hidalgo, de Puente de Calderón a la Hacienda de San Blas de Pabellón

Por: Miguel Castellanos Moreno

A medio camino entre Guadalajara y Tepatitlán de Morelos Jalisco se encuentra Puente de Calderón. Aquí se libró una batalla histórica entre el ejército Insurgente bajo el mando directo de Ignacio Allende y las tropas realistas dirigidas por el brigadier Félix María Calleja un 17 de enero de 1811. El resultado condicionó la libertad de los mexicanos hacia el futuro y costó miles de vidas de patriotas.



En la batalla de Puente de Calderón los insurgentes debieron haber tenido una vista parecida a ésta, nada más que poblada de soldados realistas.



Calleja dividió su ejército de 6,000 hombres en tres bloques, el frente izquierdo de los insurgentes fue atacado al mando del jefe realista Miguel José de Emparán, y defendida por una fuerza insurgente dirigida por Gómez Portugal, situada al otro lado del río y dotada de cañones. Por este lado del río, del lado insurgente, se ubico una fuerza comandada por Juan Aldama.



El flanco derecho de los insurgentes fue atacado por los realistas al mando de Flon, el Conde de La Cadena, logrando atravesar el río y topar con las fuerzas comandadas por Mariano Abasolo





Por el centro atacó la fuerza dirigida por el brigadier Calleja, quien se haría cargo de la reserva, pero terminó ubicándose en una saliente del cerro, desde donde tuvo un panorama más o menos claro del campo insurgente para luego cruzar el puente y atacar frontalmente a los ocupantes del cerro desde donde se tomó esta foto.



El cerro que era el principal objetivo de Calleja estaba al mando de José Antonio Torres (El Amo), contaba con 67 cañones los cuales sólo fueron útiles un rato, pues cuando la fuerza enemiga cruzó el río y comenzó a subir el cerro perdieron efectividad. El puente de concreto que aparece en la foto es reciente, obviamente.



La siguiente foto muestra el flanco izquierdo de los insurgentes, defendido por Juan Aldama, como lo debió haber visto Calleja.



El jefe del ejército insurgente que presentó batalla en Puente de Calderón era Ignacio Allende, quien escogió este lugar para efectuar el combate, acompañado de Abasolo. Atrás del cerro se ubica una barranca y al otro lado, en un llano, se situó Hidalgo con una fuerza de miles de indígenas y rancheros mal armados y 15 mil jinetes que no entraron en combate, pues sólo lo hicieron 8,000 hombres, sin embargo, Allende le endilgó la derrota.



El flanco derecho de las fuerzas insurgentes resistieron los embates del enemigo y lo pusieron en fuga, lo mimo pasó con las fuerzas de la izquierda, las cuales lograron rechazarlo hasta en tres ocasiones. Después de cinco horas y media de combate, el destino de la victoria parecía inclinarse del lado de los insurgentes, pero una fuerte acometida de las tres columnas realistas por el centro logró escalar el cerro; al tiempo que el humo de uno de los varios incendios habidos en el campo de batalla sopló sobre los patriotas, imposibiltándoles ver trepar al enemigo, para luego confundirse con ellos. Una granada impactó uno de los carros de municiones poniendo en fuga a los insurgentes, precipitando la derrota después de seis horas de combate, a eso de las diez y seis horas.



Hidalgo permaneció alrededor de tres horas, después de la derrota, en una altura cercana al lugar del combate, abandonando el teatro de guerra en una dirección que ha sido objeto de controversia. Personalmente me inclino a creer la versión relativa a que cruzó la enorme barranca cercana del Río Verde, situada al norte, y descansó una vez que traspasó ese obstáculo natural en algún sitio ubicado al norte de la barranca. Según el señor Mora, actual propietario de la casa en donde se afirma descansó en Cuquío, que aparece en la foto de abajo, de Puente de Calderón a Acatic son dos horas a caballo, cuando mucho. De Acatic a Cuquío, cruzando la barranca del Río Verde a caballo, son siete u ocho horas. Al norte del Río Verde rumbo a Cuquío se ubica el rancho de El Cuatro, por ese rumbo se encontraba un fresno en donde se dice descansó el Padre de la Patria en su desplazamiento hacia el norte. El árbol fue cortado, al parecer en tiempo reciente, por una persona que se acarreó serias dificultades con el gobierno por esa acción contraria a un testigo mudo de la historia.

Me inclino a pensar que si Hidalgo salió de algún lugar cercano a Puente de Calderón el 17 de enero a eso de las 19 horas, debe haber llegado a Cuquío nueve horas después, es decir, a las 4 o 5 de la madrugada del día 18 de enero de 1811, por lo que no habría dormido en la casa -de la foto que sigue a estas palabras- el día 17 como se afirma en una placa situada en la parte frontal de la misma. ¿Cuántas horas durmió en esa casa? ¿Dos, tres?



Esta placa da cuenta de ese hecho histórico, que pudo haber ocurrido ya casi para terminal el 17 de enero o unas horas después: en la madrugada del 18 de enero de 1811



Hidalgo habría dormido en esta habitación





Otras dudas más me asaltan: ¿A qué hora partió? ¿Qué ruta tomó? No parece haber estado mucho rato allí. El señor Mora dice que partió rumbo a Moyahua hacia el noroeste, dirección probable, pues en el nuevo San José de Gracia también cuentan un derrotero similar.



El mismo día 18 a una hora temprana se habría puesto en marcha rumbo al norte, habiendo llegado 48 horas después de abandonar el campo de batalla, -a las 20 horas del día 19 de enero- al pueblo de San José de Gracia, ubicado al norte, ligeramente inclinado al noroeste, de la ciudad de Aguascalientes. En este lugar habría permanecido cuatro días y cinco noches. Siendo atendido, según una versión, en la casa cural por el sacerdote Pedro Cervantes.





Según un mapa, que al final muestro, Hidalgo habría llegado a Calvillo el 19 de enero de 1811 por arriba de la actual carretera a Jalpa, y el mismo día habría arribado a San José de Gracia. De acuerdo a la tradicion oral de los padres y abuelos de Antonia Méndez, bibliotecaria de la Casa de la Cultura del nuevo pueblo de San José de Gracia, Hidalgo habría llegado por Calvillo, Milpillas, Gracias a Dios y la Barranca de Calderón, hasta San José de Gracia. Este sitio era en esos días un pueblo indígena y habría sido puesto en la ruta de Hidalgo -según datos ofrecidos por la Casa de la Cultura de este lugar- por un soldado llamado Simón de Lara, quien era originario de dicho pueblo y habría aconsejado al Padre de la Patria refugiarse allí. Sólo en vísperas de la reunión con los jefes insurgentes en la Hacienda de San Blas de Pabellón, Hidalgo abandonó su refugio, evidentemente no confiaba en la familia Iriarte, dueña de dicha hacienda. La misma Antonia Méndez platica la versión de que Hidalgo se habría alojado a las afueras del pueblo, con un tal Juan Domínguez, quien sería una especie de representante o persona principal del pueblo.



El pueblo de San José de Gracia desapareció bajo las aguas de la presa Plutarco Elías Calles en el siglo XX



El 24 de enero de 1811, a las cinco de la mañana, Hidalgo partió hacia la Hacienda San Blas de Pabellón, que en ese tiempo pertenecía a Bernardo Iriarte, y en donde permaneció del 24 al 26 de enero del mismo mes y año. Ignacio Allende llegó de Aguascalientes, "de donde llevaba al indisciplinable general Iriarte con sus mil quinientos hombres, en cuya fuerza se basó, ya de acuerdo con Arias, Arroyo y Casas, para amenazar de muerte a Hidalgo y despojarlo del mando." Nos cuenta Jesús Amaya en Hidalgo en Jalisco, página 215. En este lugar, que nos muestra las fotos, entre los días 24 y 25 de enero los complotados consumaron el despojo del mando a Hidalgo y se lo confirieron a Allende como Capitán General.






El 26 de enero la fuerza insurgente partio de la Hacienda de San Blas de Pabellón



Ese mismo día por la tarde pasó por Rincón de Romos y, por la noche, arribó a Natillas. El mapa muestra la ruta de los insurgentes llevando a Hidalgo prácticamente como prisionero. Allende siendo militar olvidó mantener una formación de ese tipo y los insurgentes fueron hechos prisioneros más adelante sin combatir, conduciendo a la muerte a Hidalgo. La hacienda donde Hidalgo fue despojado del mando hoy es un poblado y lleva el nombre de Pabellón de Hidalgo en su honor; a nadie se le ocurrió llamarle Pabellón de Allende. Unos días antes de la batalla de Puente de Calderón, estando en Guadalajara, Allende habría consultado con el gobernador de la mitra, José María Gómez y Villaseñor y con Francisco Severo Maldonado, la bondad de envenenar a Hidalgo. Esta medida criminal fue rechazada por sus dos interlocutores. Así actuaron algunos de los héroes que nos dieron patria...y algo de pena.

viernes, 26 de febrero de 2010

El revisionismo de derecha y la revolución mexicana

Por Miguel Castellanos Moreno


Si damos por válida la versión de la página de la Universidad de Sonora sobre una conferencia, titulada: "El Porfiriato: ¿paradigma o espejismo de un estado-nación moderno?" de la cual es autor Paul Garner de la Universidad de Leeds en Inglaterra, tenemos algunas cosas que decir. Dispongo nada más del breve relato aparecido en dicha página el 25 de febrero de 2010, en donde el conferencista habría afirmado que: “Satanizar el Porfiriato es un error histórico”. Sobre esto voy a formular mis comentarios.
No se trata de un error histórico satanizar el porfiriato, en todo caso sería un error historiográfico, pues al parecer se refiere al juicio posterior de numerosos historiadores que así han apreciado esa etapa de nuestra historia. Sugiere o afirma contundente el historiador que supongo vino de Inglaterra -no lo escuché- que el error radica en no reconocer “los avances que el Estado tuvo durante esta época” A mi modo de ver el juicio negativo es sobre la dictadura sangrienta de Porfirio Díaz un hecho bien documentado que no deja lugar a dudas. Puede ser que el Estado avanzara y adquiriera poder, pero ¿a quién beneficia un Estado despótico? seguramente a los mil grandes propietarios dueños de vida y haciendas; el problema es que el analfabetismo y el peonaje por deudas, la represión sangrienta de las protestas obreras y campesinas, los bajos jornales y las tiendas de raya entre otros muchos “avances” cometidos con la complacencia del Estado porfiriano, impidieron el avance de la sociedad, y esa es la raíz de los juicios tan desfavorables sobre esas tres décadas en cuestión. ¿Qué valen unas cuantas obras materiales ante tales desmanes?
Señala también el historiador invitado “que dicho periodo debe analizarse desde el contexto del siglo XIX y no desde la Revolución Mexicana.” La historia se hace desde nuestra época para resolver dudas y expectativas que nos preocupan ahora, pero, incluso, en el contexto del siglo XIX los crímenes ya se consideraban tales y existía un juicio desfavorable, de lo cual también existen muchas fuentes para documentar el rechazo a una dictadura apoyada en las armas.
Siempre siguiendo a la página de la Universidad de Sonora, el autor habría afirmado “que el gobierno de Porfirio Díaz fue un momento de creación y desarrollo de un proyecto liberal, así como de un estado moderno, que si bien tenía sus debilidades, hubo importantes avances.” Al autor le parece liberal y moderna una dictadura, cosa que no requiere mayor comentario. Desde luego, le parece que “este personaje cometió algunos errores que se agudizaron en los últimos cuatro años de su gestión,” y luego sermonea: “el Porfiriato no debe juzgarse ni satanizarse por lo acontecido en la recta final de dicho mandato.” Para afirmar tal cosa debiera documentarse, pues aquí en Sonora están documentados “los errores” de este personaje desde los años ochenta del siglo XIX, es decir, desde la primera etapa de su dictadura.